La celebración del título de Tucumán Central sobre Concepción FC terminó dejando una postal que nada tuvo de fiesta para los hinchas de San Martín. En las últimas horas se viralizó un video que mostró con crudeza el estado en el que quedó La Ciudadela luego del duelo organizado por la Liga Tucumana de Fútbol. Lo que debía ser una final con dos parcialidades derivó en imágenes de destrozos que encendieron la alarma en el mundo “santo” y abrieron un nuevo capítulo de tensiones.
Las imágenes difundidas reflejan un panorama desolador: butacas arrancadas, chapas tiradas en el suelo, inodoros y lavamanos rotos, cañerías destruidas y el portón de ingreso al baño de caballeros doblado y roto. El registro circuló rápidamente por redes sociales y multiplicó el enojo de los hinchas, que no tardaron en preguntar quién se haría cargo de reparar los daños.
La preocupación no fue menor dentro del propio club. Aunque el estadio había sido cedido sin costo alguno para la Liga, la dirigencia esperaba que el uso del escenario no derivara en un perjuicio económico. Por eso, la primera reacción llegó de la mano del presidente de la institución, Rubén Moisello, quien seguirá en funciones hasta las elecciones del 30 de noviembre y fue tajante respecto a la responsabilidad. “Nosotros les prestamos sin cargo alguno, ahora la Liga debe hacerse cargo de los arreglos”, dijo el dirigente en diálogo con LA GACETA. Según explicó, horas después de los destrozos se elaboró un primer inventario de lo destruido y ese detalle ya fue formalmente comunicado a las autoridades liguistas. “Ya les pasamos la lista de los destrozos”, aseguró.
Un daño que golpea
Desde la Liga Tucumana, la voz que salió a explicar lo sucedido fue la del vicepresidente Darío Zamoratte, quien también se mostró golpeado por el estado del estadio. Apenas inició su descargo en LG Play, el dirigente expresó un pedido de perdón público a San Martín y a su dirigencia por lo sucedido.
“Antes que nada, lo que corresponde es pedir disculpas. Es muy triste ver cómo quedó La Ciudadela”, admitió Zamoratte, visiblemente afectado por el impacto de las imágenes. Para el dirigente, ver el estadio en esas condiciones fue un golpe personal y también institucional. “Me pone mal como dirigente del fútbol. Le pido disculpas a toda la comisión y al señor Rubén Moisello, que tuvo la predisposición de prestarnos la cancha”, insistió.
Zamoratte explicó que la Liga se compromete a reparar todo lo dañado. Según detalló, los gastos serán cubiertos con lo recaudado por la final del Anual.
“Decirles también a los hinchas que se queden tranquilos, porque todos esos gastos de los daños que sufrió el estadio del club San Martín van a ser reparados, con lo rentado de la recaudación que hubo en la final”, sostuvo.
El dirigente también aclaró que, dado que el partido fue organizado directamente por la Liga, es la entidad la que administra la recaudación y realiza los gastos operativos.
Recién después se divide el remanente entre los clubes participantes. En este caso, adelantó cómo se procederá con el club cuyos hinchas generaron los destrozos. “El club que ocasiona el daño, obviamente, se le descontará de la planilla de rendición para solventar esos gastos”. De este modo, parte de los ingresos correspondientes a Concepción FC -equipo que llegó a la final y llevó una importante cantidad de público- será derivada directamente al arreglo de los daños ocasionados en La Ciudadela.
La Liga también comunicó que están evaluando alternativas para complementar el pago.
Una de ellas es ofrecer mano de obra propia en caso de que al club le resulte más conveniente que la devolución sea en trabajo y no en dinero. Paralelamente, San Martín ya se encuentra elaborando un presupuesto formal para enviar a la entidad y así iniciar el proceso de reparación.
Crece la preocupación
La viralización de los destrozos no se dio en un vacío. Llega en un contexto en el que la Liga Tucumana ha acumulado semanas de situaciones conflictivas: fallos arbitrales discutidos, polémicas dirigenciales, trifulcas en semifinales y finales. Aunque este episodio es estrictamente material, el clima de tensión general hizo que los hinchas interpretaran las imágenes con inquietud y enojo renovado.
El uso del estadio de San Martín se había decidido porque es uno de los pocos escenarios de la provincia capaces de albergar finales con ambas parcialidades.
La Liga buscaba un marco seguro y acorde, y por eso destacó la predisposición del club para ceder su cancha. Sin embargo, este hecho abrió un debate sobre si Tucumán está preparado para organizar definiciones multitudinarias con dos hinchadas, sin que el patrimonio ajeno termine golpeado.
Zamoratte, consultado sobre este punto, insistió en que el problema trasciende los operativos policiales. “Es algo cultural; esto se tiene que acabar en nuestra sociedad. Podés poner seguridad, pero si del otro lado no hay responsabilidad, es muy difícil”. Sus palabras generaron repercusión, porque la preocupación de los hinchas no se limita a lo económico: también temen que La Ciudadela vuelva a verse expuesta en futuras definiciones.
Reparar y evitar repetirlo
Con la situación ya expuesta públicamente, la prioridad de San Martín es que los arreglos avancen sin demoras. El club enviará a la Liga un presupuesto detallado para que la entidad pueda iniciar el proceso de pago y reparación. Luego, se analizará cómo reordenar estos mecanismos para evitar que hechos similares vuelvan a ocurrir.
Aunque no se descarta que algunos trabajos se realicen con personal propio, el club prefiere manejar los proveedores habituales para garantizar que las reparaciones mantengan los estándares del estadio.
Mientras tanto, entre los hinchas de San Martín persiste la sensación de malestar.
La preocupación no es sólo por el daño material en sí, sino por la reiteración de episodios que deterioran la imagen del fútbol local y exponen a los clubes que prestan sus instalaciones en pos de una competencia más ordenada.
Lo ocurrido en La Ciudadela no fue un simple “daño colateral” de una final caliente. Para los fanáticos “santos” fue una advertencia. Una señal de que prestarle el estadio a la Liga, si no mejora el comportamiento del público, implica riesgos concretos y que, sin cambios de fondo, cada final con dos hinchadas puede transformarse en una amenaza para el patrimonio del club.